jueves, 25 de marzo de 2010

España, una nueva historia. (90)


El crecimiento económico se hacía cada vez más visible y el gusto se sofisticó. Esto hizo que se concentrara en Barcelona, en el último tercio del siglo XIX, una ingeniosa actividad constructiva bajo el signo del Modern Styl, que allí se llamó modernismo. Tanto la burguesía industrial como los altos funcionarios y la nobleza lo deseaban: juzgaban que la recuperación del espíritu gótico permitía un principio de distinción sobre las clases obreras, ajenas a ese suntuoso arte que se podía ver en las fachadas de las casas, seguía en las escaleras de acceso a los "principales" y continuaba en los artesonados de los comedores y las alcobas.

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