Interesante artículo de Isabel Coixet publicado en El Dominical.
7 de la tarde. Sábado. Me llama un amigo al teléfono venía de Zaragoza, donde acababa de tocar con su grupo, y se dirigían en autocar a Milán a otra actuación. Se habían parado en Barcelona para ir a una farmacia porque uno de los del grupo sufría de dolor de muelas y para comprar algo de comida, y les había parado la Guardia Urbana en al rotonda que hay al lado de Drassanes. La patrulla no hablaba inglés, la banda no hablaba español y nadie entendía por qué la policía les había parado y se había llevado la documentación del autocar.
Salí zumbando hacia el lugar de autos. Cuando llegué estaban los doce del grupo, mi amigo, el otro conductor y el mánager, desconcertados, esperando a Godot. Todos los papeles estaban en regla, llevaban dos conductores, el kilometraje del flamante autocar estaba en orden, ni siquiera tenían una botella de cerveza en el vehículo. No entendían por qué les habían parado.
Al cabo de unos minutos volvió la patrulla y le preguté a uno de los agentes qué estaba pasando. Al parecer, les habían parado al azar, estaban haciendo un "control rutinario" que hacen a todos los autocares que se paran en Barcelona y, si, todo estaba en regla menos un pequeño detalle: que en la hoja de ruta del autocar ponía que iba de Zaragoza a Milán, pero no especificaba la parada en Barcelona. "¿Me está usted diciendo que esta gente no puede pararse a comprar un analgésico o unos bocadillos de jamón?". "Si no lo pone el papel, no, porque lo consideramos una excursión ilegal. Oiga, y si quieren irse de aquí, tienen que ir a la comisaría A97 de la Zona Franca y pagar una multa de 201 euros en metálico, no se aceptan tarjetas. Aquí tienen los papeles y dígaselo a éstos, que se han puesto muy nerviosos y me han faltado el respeto". Con calma, intento explicarle que si se han puesto nerviosos es debido a que no hablan español y a que no entendían por qué les habían parado. "Usted se lo explica. Nosotros nos vamos, aquí tiene el papel". Así que ahora me quedaba la papeleta de explicarles que tenían que pagar 201 euros por haber parado en Barcelona. No lo entendían.
Tampoco lo entendía yo. Pero les acompañé a la comisaría en un taxi. Allí volví a preguntar cómo era posible que tuvieran que pagar una multa por algo perfectamente natural. Me volvieron a soltar el rollo. "¿Y cómo es que tiene que ser en metálico?" "Porque estamos en fin de semana." "Ahí perdí la paciencia." "¿No se da cuenta de que esta gente está pensando que esto es un soborno? ¿Que sólo en países tipo México pasan estas cosas?" Opté por callarme porque mi amigo tenía que volver a la ruta: ya habían perdido tres horas con todo esto.
Pagaron la multa: Les devolvieron los papeles. Me sentí avergonzada de vivir en una ciudad donde no sólo se roba a mansalva a los extranjeros en la Rambla. Despedí a mi amigo, le dije que lo sentía. Me dijo que no me preocupara, que hay corrupción en todas partes. Unos días antes le habría dicho que se equivocaba. Por cierto, compren el disco de mi amigo: Tim Robbins ans the Rogues Gallery Band. Es magnífico.
sábado, 30 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario