domingo, 28 de diciembre de 2008

El joven Rafael Abella.


Sentida necrológica firmada por José Domingo.

Hoy empiezan las fiestas y con ellas un merecido descanso para muchos. No esperaba el de Rafael Abella. Mi buen amigo, que tanto enseñó y divirtió, ha decidido irse, tan joven, a sus noventa y un años. Siempre alegre, lúcido y con esa memoria que le permitía describir los más pequeños detalles de setenta años atrás como vividos el día anterior.

Le creí inmortal y lo es para todos los que le conocimos. No estará físicamente pero su historia, sus historias y su coherencia siempre impregnarán nuestros espacios. A él, tan ciudadano, tan alejado de la intolerancia, tan respetuoso con el diferente, tan barcelonés, le dedico estos dos artículos que hablan de lo que el estudió tan maravillosamente, la guerra civil "los tres años que España luchó contra si misma" y la libertad.

En estos tiempos en que lo hosco cede el paso a lo armonioso, quiero evocar unas palabras suyas que incluyó en el prólogo del segundo volúmen de "La vida cotidiana durante la guerra Civil":

"La identidad de voces, la similitud de actitudes, la bárbara y pareja grandeza con que los machos ibéricos iban a morir luchando unos contra otros por unas ideas, no podía hacer creer en la existencia de dos Españas. Todo amor, odio, valor crueldad, pasión y muerte salían de la misma fuente, de la misma sangre, de la misma España, rota en dos pedazos".

Un último recuerdo para Mercedes, a quien tanto amó y con quien tanto compartió.

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