Un artículo de Pepe Domingo.
George Washington fue elegido de manera unánime primer presidente de los Estados Unidos. Antes de la terminación del segundo de sus ejercicios, abandonó la presidencia y se retiró a la vida civil para asegurar la alternancia en el Gobierno. Todos los presidentes norteamericanos que le sucedieron respetaron la convención, excepto Roosevelt que tuvo cuatro mandatos consecutivos. Para evitar que se repitiera esa circunstancia se reformó la Constitución norteamericana y se incorporó la limitación de mandatos como regla escrita. Otros países han seguido el ejemplo y no es inusual que, tanto en regímenes presidencialistas como parlamentarios, se prevea una única reelección para los presidentes.
En España el concepto de regeneración democrática se ha ligado a la alternancia política, que no quiere decir necesariamente de partido, puesto que es la voluntad de los ciudadanos la que define la detentación del poder. Ahora bien, las ocupaciones de poder extraordinariamente prolongadas por una persona dan lugar a la apariencia de regímenes que debilitan las costuras de nuestra democracia. Esa imagen ha impregnado al Gobierno de Cataluña con la perpetuación al frente de la Generalitat de Jordi Pujol durante veintitres años.
En el curso de la reciente tramitación de la Ley de Presidencia de la Generalitat y del Gobierno, Ciutadans presentó una enmienda para que los presidentes de la Generalitat no pudieran gobernar por más de ocho años, en el caso de legislaturas continuas, y de diez para las discontinuas.
El Tripartito más CiU, es decir, el PUC (Partit Unificat de Catalunya) lo ha hecho imposible.
Especialmente hipócrita ha sido la postura de CiU. En el debate de admisión del proyecto de Ley rechazó el texto porque no contemplaba la limitación de mandatos. Sin embargo, no presentó ninguna enmienda en ese sentido. Sorprendentemente, Francesc Homs en un ejercicio de incoherencia parlamentaria, justificó el voto contrario de su formación al dictamen de la ley porque no incorporaba el tema de la renovación de Gobiernos llegando al paroxismo cuando su formación votó en contra de la enmienda de Ciutadans.
Por su parte, el Tripartito argumentó su no en que la limitación de mandatos es propia de regímenes presidencialistas, obviando que el Estatuto de Autonomía de Cataluña contempla en nuestro modelo parlamentario esta posibilidad. Pero es que, además, el Pacte del Tinell incluyó entre las medidas para reforzar la calidad democrática del sistema político y corregir las causas que provocan el alejamiento ciudadano de las instituciones el siguiente compromiso: "Reformar la Ley 3/1982, limitando la reelección indefinida del President de la Generalitat y estableciendo una duración temporal máxima en el ejercicio del cargo". Sobran las palabras.
El "cuatripartito" se inflama de patriotismo estatutario pero se olvida del Estatuto cuando se refiere a la calidad democrática. Cuestión de prioridades, el tema estrella de la Ley de Presidencia ha sido el puesto de Carod, gracias a ella dejará de ser un "modesto" Conseller de la Vicepresidencia para adquirir la "noble" condición de Vicepresidente. Estimulante.
miércoles, 29 de octubre de 2008
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