Disertación de Maite Pagazaurtundua en el 'Fórum Europa. Tribuna Euskadi', en Bilbao, el 14 de octubre de 2008. "La historia de la infamia en el País Vasco se irá escribiendo, obligatoriamente, liberando a esta sociedad en cada una de sus páginas, según se vaya frenando el poder del miedo a ETA y reflexionando sobre el sentido de la corresponsabilidad social", dijo la presidenta de la Fundación Victimas del Terrorismo.
Esta es una invitación que agradezco de todo corazón. Resulta muy complicado en el País Vasco ser invitado, más allá de círculos cívicos y de algunas organizaciones pacifistas o de las propias asociaciones de víctimas.
Para la mayoría del mundo asociativo y cultural vasco sigue siendo un tabú relacionarse con nosotros. Es por tanto, objetivamente difícil ser escuchados fuera de círculos muy concretos y muy concienciados cuando se habla de cuestiones relacionadas con el fanatismo que anida en el corazón de nuestra sociedad y que arroja nuevas camadas de adolescentes fanatizados a las calles, a quemar y destruir. Pocos escritores, actores o directores de cine vascos han escuchado personalmente a las víctimas que han sobrevivido a atentados de nuestros terroristas, o han conocido de primera mano la tortura cotidiana de quienes viven acosados y los destrozos irreparables de las familias que conocen el asesinato de un ser querido. Y la dificultad del duelo, imposible de cerrar mientras los afanes políticos de los terroristas por obtener resultados políticos de nuestro inmenso dolor siguen presentes.
Agradezco doblemente la sensibilidad del Foro de la Nueva Economía por mantener la invitación, en estos tiempos convulsos para la economía mundial. Nunca tanto como ahora somos conscientes de la fragilidad de los sueños de edificar nuevas y pequeñas naciones, imaginadas como fortalezas al margen del devenir económico y social mundial. En el mundo occidental y moderno el proteccionismo de la tribu no puede guarecer de los efectos indeseados y de los riesgos de una forma de vida globalizada.
Como les decía, agradezco mucho la presencia de todos ustedes, pero quiero agradecer especialmente la de Maria Isabel Lasa, Directora de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, pionera en tal actividad en las instituciones vascas y la de Natividad Rodríguez, presidenta de la Fundación Fernando Buesa Blanco Fundazioa, una fundación también pionera en el análisis y la intervención pedagógica contra el adoctrinamiento fanático y reclutamiento de niños y jóvenes escolares vascos. Pero hay algo más. Tuve el privilegio de trabajar a las órdenes de Fernando Buesa durante varios años y, por tanto, de conocer en primera persona su rigor intelectual, su honestidad personal y la ausencia de banalidad o frivolidad a la hora de enfrentarse al análisis y a la práctica política. Y así fue él hasta el día de su asesinato el 23 de febrero de 2000. Después de trabajar con Fernando deseé estudiar Derecho. Tras aquel día terrible dejé de asistir a clase durante algún tiempo, por instinto. La segunda vez que regresé a la facultad, únicamente a devolver apuntes, encontré una diana con mi nombre en la puerta de mi aula y a varias decenas de jóvenes con odio en los ojos gritando, amenazándome y persiguiéndome. Hasta febrero de 2003 fui a clase, sólo a veces, con escolta policial. Cuando asesinaron a mi hermano abandoné la carrera de Derecho. Hemos perdido seres queridos, ilusiones y proyectos legítimos por los sueños de fanáticos que siguen siendo adoctrinados ante nuestros propios ojos
lunes, 20 de octubre de 2008
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