lunes, 31 de agosto de 2009
El liderazgo de los intelectuales
Juan-José López Burniol en El Periódico de Catalunya.
Tras la revolución liberal, con el acceso de la burguesía al protagonismo histórico, y, sobre todo, desde la revolución democrática, con la asunción de este protagonismo por todo el pueblo, los intelectuales han desempeñado un papel fundamental en la vida política, como intermediarios imprescindibles para la conversión de las grandes ideas en ideologías susceptibles de ser consumidas por las masas. De ahí que su presencia haya sido obligada y su intervención, decisiva, máxime si se tiene en cuenta que los grandes cambios siempre se desencadenan por la fuerza de una idea.
Pero, pese a la trascendencia de su rol, los intelectuales no pasan de constituir la intendencia ideológica de una sociedad, por lo que es signo de mala salud política que estos mismos intelectuales intenten asumir el liderazgo social. Lo que sucede en situaciones de fuerte atonía política, como es el caso de España –y Catalunya– en los días que corren, pero sin que esta atonía justifique la primacía de los intelectuales, ya que siguen siendo válidas las palabras que François Guizot escribió hace siglo y medio: «La excesiva confianza en la inteligencia humana, en el orgullo humano, en el orgullo del espíritu (…) ha sido la enfermedad de nuestro tiempo, la causa de una gran parte de nuestros errores y de nuestros males».
Es cierto que, de nuestros políticos, unos mienten, otros callan y otros solo sacan pecho, pero –pese a todo– están sujetos a una última exigencia de responsabilidad que hace que esta prevalezca sobre su convicción. En cambio, el intelectual que, transido de soberbia, pretende sustituirlos, es capaz de romper cualquier cosa para que prevalezca su idea. Por eso no hay que fiarse sin más de los intelectuales, aunque se adornen con artes de la más elaborada seducción populista o adopten las formas de la más severa superioridad moral. Que digan cuanto tengan que decir, pero sin eludir la más rigurosa de las críticas, efectuada desde la perspectiva a la que ellos –en su olímpico desdén por los hechos– suelen ser más refractarios: la crítica por razón de intereses. No se engañen: ellos también van a lo suyo.
sábado, 29 de agosto de 2009
El que se mueve no sale en la foto.
Bochorno
Enrique Calvet en Expansión
Desde luego, estamos en tiempo de bochorno, y no solamente, ¡ay!, por el que provocan las gotas de sudor que salpican mi teclado. Yo creo que somos muchísimos los españoles, tal vez todos, los que entendemos que atravesamos un periodo difícil, de general empobrecimiento, que nos requiere un plus de solidaridad y un esfuerzo para proporcionar una mínima ayuda a los más desfavorecidos, por ejemplo a los que se han quedado largamente sin renta en el peor mercado de trabajo de Europa (excluida Letonia).
Ello entra dentro del concepto del modelo social europeo que, en mi opinión, es un gran factor de cohesión, dignidad y calidad humana que debemos defender. Se podrá debatir la cuantía sostenible (¿420euros?), la temporalidad, la eficiencia en la aplicación, el equilibrio con la financiación de las indispensables medidas estructurales que nunca se toman...Pero la medida es socialmente deseable.
Lo que es imperdonable y corrosivo es convertir esa medida, una vez más, en un monumento a la improvisación, la chapuza, el sectarismo y la confusión demagógica.. No nos lo merecemos. Los parados menos. Una acción que es la plasmación de un importante acto de solidaridad social, a la vez que una señal de alarma muy seria sobre la gravedad de la situación y los problemas estructurales que padecemos, merece todo respeto y todo rigor, en su gestación, en su presentación y en su implementación. Justo lo contrario.
Del diseño de la medida sabemos muy poco, o nada, de lo que realmente importa: ¿Por qué 420 euros? ¿Por qué equis meses o equis fecha? ¿Qué cálculos y previsiones hay detrás? Y otros interrogantes técnicos de crucial importancia.
La presentación fue bochornosa, consistiendo en una soflama de gran autobombo político que escondía las verdades, ministros que se contradecían y desaparecían, otros pidiendo perdón, en fin, el desbarajuste frívolo con su inevitable efecto de confusión y frustración para los potenciales afectados. Del bochorno de la implementación, para qué hablar, desde los funcionarios desinformados y sin formularios hasta el destructivo cáncer permanente español de la obstaculización de las autonomías, todo un disparate.
El colofón viene cuando a los dos días de aplicar una decisión de gobierno largamente anunciado y preparado, el Presidente se muestra presto a cambiarla. Sin duda las encuestas, auténticos motores de la acción política del gobierno junto a las exigencias de los aliados separatistas, habrán dado la voz de alarma. Pero ¿dónde quedan, la seriedad, la competencia, el rigor, la credibilidad, la responsabilidad, el respeto? Elementos básicos para una nación próspera, que se pierden muy pronto y tardan muchísimo en recuperarse.
El papel de los sindicatos
Nos ayudará a comprender la raíz de porque se actúa tan irresponsablemente, la estrategia del gobierno a la hora de buscar su válvula de escape: los sindicatos.
Soy de los que no participan en absoluto del discurso que tiende a denostar a los sindicatos y a considerarlos como un vestigio o un obstáculo. Antes al contrario, creo que son una institución fundamental que puede y debe ayudar a catapultar la prosperidad y la cohesión de una nación. Pero, para ello, deben cumplir su función, de lo que han demostrado ser muy capaces, y no otras.
Si ya fue torticero el introducir ese tema en el llamado diálogo social, cuando no tenía nada que ver con lo que debían negociar patronal y sindicatos, peor es que el Gobierno intente ahora hacer co-responsables o cómplices a los sindicatos de sus torpezas e ineficiencias. Los sindicatos sabrán si se prestan. Pero, haciendo muy bien el Gobierno en consultar a quién le parezca (¡pero antes de tomar la medida!) igual podría consultar al colegio de economistas, al mundo universitario o a Cáritas, que sin duda darían buenos consejos. Y si lo que quiere es un amplio acuerdo social global con alta apoyatura técnica por parte de la sociedad civil, para eso tiene el Consejo Económico y Social, como en Bruselas. Pero ahí está el quid de la cuestión.
El Gobierno no tiene la mira puesta en paliar las deficiencias y desigualdades de nuestra sociedad, está en su campaña de clientelismo populista y de imagen. Y entonces surgen la idea feliz, la presentación sectaria, el vaivén según encuestas, las filípicas contra el ogro fascista y el sarao habitual.
Pero, de la esencia del problema y de su tratamiento con rigor y profesionalidad, ¿Quién se ocupa? Porque, admitámoslo, la inenarrable oposición entra en el juego y se pone al mismo nivel con galana frescura. Y volvemos a tener juego de espías, declaraciones ocurrentísimas, diatribas contra el monstruo socialista (¿socialista?) y rasgados de vestiduras. Pero ¿Cuál es la propuesta elaborada y seria de la oposición, cuál su credibilidad? Como a la cantante calva, no se la ve por ninguna parte, pero muy bien, gracias.
Los costes económicos, a corto, medio y largo plazo, de esa falta de nivel y de responsabilidad seria y ética, de la que el episodio de los 420 euros es sólo un síntoma doloroso más, son inimaginables dentro y fuera de España. Los sociales, inmarcesibles.
Cuando pienso en los próceres, de diestra y siniestra, que llevan el mayor peso de la política española reconozco que me entran sudores. Por el bochorno.
Desde luego, estamos en tiempo de bochorno, y no solamente, ¡ay!, por el que provocan las gotas de sudor que salpican mi teclado. Yo creo que somos muchísimos los españoles, tal vez todos, los que entendemos que atravesamos un periodo difícil, de general empobrecimiento, que nos requiere un plus de solidaridad y un esfuerzo para proporcionar una mínima ayuda a los más desfavorecidos, por ejemplo a los que se han quedado largamente sin renta en el peor mercado de trabajo de Europa (excluida Letonia).
Ello entra dentro del concepto del modelo social europeo que, en mi opinión, es un gran factor de cohesión, dignidad y calidad humana que debemos defender. Se podrá debatir la cuantía sostenible (¿420euros?), la temporalidad, la eficiencia en la aplicación, el equilibrio con la financiación de las indispensables medidas estructurales que nunca se toman...Pero la medida es socialmente deseable.
Lo que es imperdonable y corrosivo es convertir esa medida, una vez más, en un monumento a la improvisación, la chapuza, el sectarismo y la confusión demagógica.. No nos lo merecemos. Los parados menos. Una acción que es la plasmación de un importante acto de solidaridad social, a la vez que una señal de alarma muy seria sobre la gravedad de la situación y los problemas estructurales que padecemos, merece todo respeto y todo rigor, en su gestación, en su presentación y en su implementación. Justo lo contrario.
Del diseño de la medida sabemos muy poco, o nada, de lo que realmente importa: ¿Por qué 420 euros? ¿Por qué equis meses o equis fecha? ¿Qué cálculos y previsiones hay detrás? Y otros interrogantes técnicos de crucial importancia.
La presentación fue bochornosa, consistiendo en una soflama de gran autobombo político que escondía las verdades, ministros que se contradecían y desaparecían, otros pidiendo perdón, en fin, el desbarajuste frívolo con su inevitable efecto de confusión y frustración para los potenciales afectados. Del bochorno de la implementación, para qué hablar, desde los funcionarios desinformados y sin formularios hasta el destructivo cáncer permanente español de la obstaculización de las autonomías, todo un disparate.
El colofón viene cuando a los dos días de aplicar una decisión de gobierno largamente anunciado y preparado, el Presidente se muestra presto a cambiarla. Sin duda las encuestas, auténticos motores de la acción política del gobierno junto a las exigencias de los aliados separatistas, habrán dado la voz de alarma. Pero ¿dónde quedan, la seriedad, la competencia, el rigor, la credibilidad, la responsabilidad, el respeto? Elementos básicos para una nación próspera, que se pierden muy pronto y tardan muchísimo en recuperarse.
El papel de los sindicatos
Nos ayudará a comprender la raíz de porque se actúa tan irresponsablemente, la estrategia del gobierno a la hora de buscar su válvula de escape: los sindicatos.
Soy de los que no participan en absoluto del discurso que tiende a denostar a los sindicatos y a considerarlos como un vestigio o un obstáculo. Antes al contrario, creo que son una institución fundamental que puede y debe ayudar a catapultar la prosperidad y la cohesión de una nación. Pero, para ello, deben cumplir su función, de lo que han demostrado ser muy capaces, y no otras.
Si ya fue torticero el introducir ese tema en el llamado diálogo social, cuando no tenía nada que ver con lo que debían negociar patronal y sindicatos, peor es que el Gobierno intente ahora hacer co-responsables o cómplices a los sindicatos de sus torpezas e ineficiencias. Los sindicatos sabrán si se prestan. Pero, haciendo muy bien el Gobierno en consultar a quién le parezca (¡pero antes de tomar la medida!) igual podría consultar al colegio de economistas, al mundo universitario o a Cáritas, que sin duda darían buenos consejos. Y si lo que quiere es un amplio acuerdo social global con alta apoyatura técnica por parte de la sociedad civil, para eso tiene el Consejo Económico y Social, como en Bruselas. Pero ahí está el quid de la cuestión.
El Gobierno no tiene la mira puesta en paliar las deficiencias y desigualdades de nuestra sociedad, está en su campaña de clientelismo populista y de imagen. Y entonces surgen la idea feliz, la presentación sectaria, el vaivén según encuestas, las filípicas contra el ogro fascista y el sarao habitual.
Pero, de la esencia del problema y de su tratamiento con rigor y profesionalidad, ¿Quién se ocupa? Porque, admitámoslo, la inenarrable oposición entra en el juego y se pone al mismo nivel con galana frescura. Y volvemos a tener juego de espías, declaraciones ocurrentísimas, diatribas contra el monstruo socialista (¿socialista?) y rasgados de vestiduras. Pero ¿Cuál es la propuesta elaborada y seria de la oposición, cuál su credibilidad? Como a la cantante calva, no se la ve por ninguna parte, pero muy bien, gracias.
Los costes económicos, a corto, medio y largo plazo, de esa falta de nivel y de responsabilidad seria y ética, de la que el episodio de los 420 euros es sólo un síntoma doloroso más, son inimaginables dentro y fuera de España. Los sociales, inmarcesibles.
Cuando pienso en los próceres, de diestra y siniestra, que llevan el mayor peso de la política española reconozco que me entran sudores. Por el bochorno.
jueves, 27 de agosto de 2009
Tres eran tres las hijas de Elena
La opinión de Enrique Calvet
La primera llevaba por cristiano nombre Iluminada, pues era dada a las ensoñaciones. Verbigracia, se le aparecían brotes verdes por España que nadie en el mundo atisbaba. Tenía revelaciones sobre proyecciones económicas que, de tan fantasiosas, podían parecer engaños. Pero cambiaban de un día para otro con desparpajo, según elecciones. También imaginaba oníricamente un sistema financiero privado que funcionase cual una ONG y rechazara buenos negocios relacionados con el balompié para ejercer la caridad de cara a Pymes; o que invirtiese 10.000 millones, por pura generosidad altruista, en un nuevo modelo de crecimiento económico que se buscaba desde el año 2004 y cuyos rasgos eran un misterio.
Lo malo de la animosa Iluminada, es que influía en doña Elena a la hora de gobernar la economía lo que perjudicaba claramente a los ciudadanos, que no vivían en Wonderland.
La segunda llamábase Mercedes. Se lo pusieron en honor a las “Mercedes Enriqueñas” de aquel Trastámara que conservó el poder largando riquezas y dinero a sus barones. Así, Mercedes estimaba muy oportuno subir a los funcionarios un 3,9% en plena crisis económica histórica, por esa generosidad innata hacia sus aliados sindicales. Por supuesto, Mercedes, espléndida con los dineros recaudados, no dudaba en promover la entrega de ingentes cantidades de dinero a entidades financieras, así fueran de mal gestionadas, sin la menor necesidad de que los “donantes” tuvieran control sobre ellas. Y, en el paroxismo de su manirrota largueza, Mercedes apoyaba la entrega a troche y moche de riadas de dinero a sus baronías fieles para oropeles, embajadas, ríos privados, flamenco, y reforzamiento múltiple de pompa e independencia en las taifas.
Lo malo de la despilfarradora Mercedes es que diseñaba la política de gasto de Dª Elena, lo cual dañaba el bienestar de los ciudadanos repartidos por baronías y obligados a pagar los desafueros ajenos.
La tercera hija fue agraciada con el nombre de Olvido. Ese nombre le marcó profundamente y lo de Olvido se convirtió en muy preocupante. No recordaba nunca, por supuesto, promesas, vaticinios ni compromisos contraídos, incumpliéndolo todo. Pero eso era un mal general. Lo que se tornaba en muy peligroso es que no recordaba, por ejemplo, que era misión de los gobernantes ocuparse del bien común y de las futuras generaciones, y no de clientelismos y citas electorales a corto. Tampoco rememoraba que vivía en una sociedad que, originariamente, tenía el cimiento de la solidaridad entre ciudadanos y no la base de un chalaneo entre regiones más o menos inventadas. Así, el principio de que los ciudadanos de mayor renta cedieran más impuestos para que el Estado central invirtiera en apoyar a ciudadanos necesitados o viviendo en condiciones de menor posibilidades de desarrollo, (con el corolario inexorable de que zonas con mayor número de compatriotas pudientes reciben menos y dan más que otras zonas con mayor densidad de conciudadanos necesitados), le parecía una filfa irrisoria y estaba dispuesta a dar más al que más tiene, siempre y cuando se lo devolviera en poltronas. Ello le creaba tal quebradero de cabeza que, evidentemente, Olvido olvidó la solidaridad (diz que propia de la izquierda) y hasta la aritmética en sudokus aberrantes. De la Constitución, hace tiempo que no recordaba nada.
Lo malo de la desmemoriada Olvido, es que ejercía un gran dominio sobre sus hermanas pero, sobre todo, sobre Doña Elena. Y los ciudadanos lo padecían, conscientemente o no.
Justo es decir que un caballero coqueteaba con las tres hermanas a la vez. Conocido por “El Pepé” éste tenía la intención de heredar un día de Dª. Elena y sus mentores, para lo cual encontraba en cualquiera de las hijas aspectos atractivos. Su entendimiento con Olvido era buenísimo, pues él tampoco recordaba gran cosa. Su memoria era selectiva y no se acordaba de quién había firmado los Pactos del Majestic, o de quién había establecido el modelo de crecimiento que engendraría hordas de parados o de quién no había hecho las reformas estructurales cuando eran factibles y había iniciado las dádivas generosas a las baronías fieles. Porque sus pequeñas diferencias con la hermana Mercedes no eran cuestión de método, sino de beneficiarios. “Mis barones mejor que otros, mis clientes mejor que otros”, venía a decir. Pero, en esencia, el adelgazamiento del Estado Central hasta la inanición que impide políticas responsables de solidaridad y cohesión nacional, le importaba igual de poco que a Mercedes.... Iluminada ejercía sobre él la fascinación de los extremos opuestos. Si ella se inventaba brotes verdes e idílicos paraísos, él contraponía lúgubres desiertos e infiernos tremebundos, pero con la misma táctica de exagerar anécdotas, frivolizar apariencias y rehuir las indispensables raíces estructurales de los problemas de los ciudadanos, a los que él mismo se ofrecía como bálsamo de fierabrás, para suceder a Dª. Elena, cuidando muy cariñosamente de sus hijas.
Y estos ciudadanos, entre dos alternativas igual de desesperantes, cada día más manipulados, cada día menos unidos, menos solidarios, menos europeos, cada día más pobres, cada día más huérfanos, canturreaban su popular canción: “...Tres eran tres, y ninguna era buena...”
La primera llevaba por cristiano nombre Iluminada, pues era dada a las ensoñaciones. Verbigracia, se le aparecían brotes verdes por España que nadie en el mundo atisbaba. Tenía revelaciones sobre proyecciones económicas que, de tan fantasiosas, podían parecer engaños. Pero cambiaban de un día para otro con desparpajo, según elecciones. También imaginaba oníricamente un sistema financiero privado que funcionase cual una ONG y rechazara buenos negocios relacionados con el balompié para ejercer la caridad de cara a Pymes; o que invirtiese 10.000 millones, por pura generosidad altruista, en un nuevo modelo de crecimiento económico que se buscaba desde el año 2004 y cuyos rasgos eran un misterio.
Lo malo de la animosa Iluminada, es que influía en doña Elena a la hora de gobernar la economía lo que perjudicaba claramente a los ciudadanos, que no vivían en Wonderland.
La segunda llamábase Mercedes. Se lo pusieron en honor a las “Mercedes Enriqueñas” de aquel Trastámara que conservó el poder largando riquezas y dinero a sus barones. Así, Mercedes estimaba muy oportuno subir a los funcionarios un 3,9% en plena crisis económica histórica, por esa generosidad innata hacia sus aliados sindicales. Por supuesto, Mercedes, espléndida con los dineros recaudados, no dudaba en promover la entrega de ingentes cantidades de dinero a entidades financieras, así fueran de mal gestionadas, sin la menor necesidad de que los “donantes” tuvieran control sobre ellas. Y, en el paroxismo de su manirrota largueza, Mercedes apoyaba la entrega a troche y moche de riadas de dinero a sus baronías fieles para oropeles, embajadas, ríos privados, flamenco, y reforzamiento múltiple de pompa e independencia en las taifas.
Lo malo de la despilfarradora Mercedes es que diseñaba la política de gasto de Dª Elena, lo cual dañaba el bienestar de los ciudadanos repartidos por baronías y obligados a pagar los desafueros ajenos.
La tercera hija fue agraciada con el nombre de Olvido. Ese nombre le marcó profundamente y lo de Olvido se convirtió en muy preocupante. No recordaba nunca, por supuesto, promesas, vaticinios ni compromisos contraídos, incumpliéndolo todo. Pero eso era un mal general. Lo que se tornaba en muy peligroso es que no recordaba, por ejemplo, que era misión de los gobernantes ocuparse del bien común y de las futuras generaciones, y no de clientelismos y citas electorales a corto. Tampoco rememoraba que vivía en una sociedad que, originariamente, tenía el cimiento de la solidaridad entre ciudadanos y no la base de un chalaneo entre regiones más o menos inventadas. Así, el principio de que los ciudadanos de mayor renta cedieran más impuestos para que el Estado central invirtiera en apoyar a ciudadanos necesitados o viviendo en condiciones de menor posibilidades de desarrollo, (con el corolario inexorable de que zonas con mayor número de compatriotas pudientes reciben menos y dan más que otras zonas con mayor densidad de conciudadanos necesitados), le parecía una filfa irrisoria y estaba dispuesta a dar más al que más tiene, siempre y cuando se lo devolviera en poltronas. Ello le creaba tal quebradero de cabeza que, evidentemente, Olvido olvidó la solidaridad (diz que propia de la izquierda) y hasta la aritmética en sudokus aberrantes. De la Constitución, hace tiempo que no recordaba nada.
Lo malo de la desmemoriada Olvido, es que ejercía un gran dominio sobre sus hermanas pero, sobre todo, sobre Doña Elena. Y los ciudadanos lo padecían, conscientemente o no.
Justo es decir que un caballero coqueteaba con las tres hermanas a la vez. Conocido por “El Pepé” éste tenía la intención de heredar un día de Dª. Elena y sus mentores, para lo cual encontraba en cualquiera de las hijas aspectos atractivos. Su entendimiento con Olvido era buenísimo, pues él tampoco recordaba gran cosa. Su memoria era selectiva y no se acordaba de quién había firmado los Pactos del Majestic, o de quién había establecido el modelo de crecimiento que engendraría hordas de parados o de quién no había hecho las reformas estructurales cuando eran factibles y había iniciado las dádivas generosas a las baronías fieles. Porque sus pequeñas diferencias con la hermana Mercedes no eran cuestión de método, sino de beneficiarios. “Mis barones mejor que otros, mis clientes mejor que otros”, venía a decir. Pero, en esencia, el adelgazamiento del Estado Central hasta la inanición que impide políticas responsables de solidaridad y cohesión nacional, le importaba igual de poco que a Mercedes.... Iluminada ejercía sobre él la fascinación de los extremos opuestos. Si ella se inventaba brotes verdes e idílicos paraísos, él contraponía lúgubres desiertos e infiernos tremebundos, pero con la misma táctica de exagerar anécdotas, frivolizar apariencias y rehuir las indispensables raíces estructurales de los problemas de los ciudadanos, a los que él mismo se ofrecía como bálsamo de fierabrás, para suceder a Dª. Elena, cuidando muy cariñosamente de sus hijas.
Y estos ciudadanos, entre dos alternativas igual de desesperantes, cada día más manipulados, cada día menos unidos, menos solidarios, menos europeos, cada día más pobres, cada día más huérfanos, canturreaban su popular canción: “...Tres eran tres, y ninguna era buena...”
domingo, 23 de agosto de 2009
sábado, 22 de agosto de 2009
Trocos
Ignacio Ruíz Quintano en ABC.
Una mujer es siempre un pretexto, pero un troco es siempre una mujer.
España es hoy un país de trocos dirigido por un gobierno de trocos, con Maritere de troco mayor.
Mientras el columnismo zen se ocupa en arreglar el mundo haciendo un tetris de lugares comunes, alguien ha de reparar en el fenómeno troco.
Pero ¿qué es un troco?
Un caballero que iba a los toros en Bilbao dio con un grupo de antitaurinos en el que descubrió a la esposa de un gran amigo suyo que pasó de gritar ¡asesinos!, ¡asesinos! e !hijos de p...!, !hijos de p...!, que son los gritos animalistas más comunes, a soltarle al amigo una maldición que viene a ser como una Némesis del Sepu:
¡Ojalá te aburras!
Bueno, pues eso es un troco, la cual, por cierto, continuó, tan terne, con su lucha.
Mi hijo no quiere que uno escriba de trocos porque está convencido, como la mayoría de los de su generación, que en el papel impreso las palabras más frescas se resecan y mueren, y ellos tienen en la palabra troco una revelación del lenguaje que les sirve de contraseña y que les sabe a moneda nueva. De madrugada, a las puertas de los garitos del trasnoche madrileño, en las caras de esa moneda se confunden, para ellos, Adán y Eva.
En el rostro equívoco de Rimbaud dice Ruano se confundían Adán y Eva. Él era adámico y évico. La geografía hizo de serpiente, y su propio corazón, de manzana.
Estos chicos que danzan en torno de los trocos no saben quien fue Rimbaud (aquel desertor de Java que, después de vivir en la selva solo, desnudo, como un mono, riéndose a carcajadas y haciendo operaciones aritméticas que le divertían más que la literatura, apareció en Egipto), pero intuyen lo que es ser uno mismo el ángel que se seduce a sí mismo y que ha de caer en el pecado de gesto femenil con la ingenuidad del hombre.
¡Ojalá te aburras! los maldicen los trocos.
El troco llena las calles, las playas... y las plazas de toros. No es que el troco no sea guapa (palabra rotunda, sin traducción posible; palabra tremenda, que llena toda la boca); es que es muy fea, de una fealdad pueril, como diría el gran catador de trocos: sin cultura, sin serenidad, sin tragicismo. En las plazas de toros, ahora que se están quedando con ellas, los trocos olean a Morante, que les parece un humo dormido, una gracia como esmerilada en una intuición de tristeza. ¿Por qué hemos permitido que el troco se adueñara de nuestra vida pública?
Dejar de insultar al microbio y estudiar a la enfermedad, aconsejaba la vieja psiquiatría.
Y eso es lo que uno ha hecho en lo que Morante pegaba sus pingüis a la bilbaína, llegando a la conclusión de que lo que más les gusta a los trocos de Morante es El Lili, cosa en la que no van a fijarse los revisteros, porque los revisteros están con el cuento de que Joselito Pepito, no el Gallo es el nuevo Victorino Martín. ¡Aste Nagusia!
sábado, 15 de agosto de 2009
jueves, 13 de agosto de 2009
miércoles, 12 de agosto de 2009
El Follonero, Montilla, Patxi y la respuesta que conocemos todos los catalanes...
Este video corresponde al programa de La Sexta "Salvados". En el minuto 7:20, el Follonero hace una pregunta a José Montilla y Patxi López.
"Tú gobiernas con ERC y tú gracias al PP, ¿Estáis en el mismo partido, vosotros?, ¿Los dos sois del Partido Socialista?...Ellos responden, escurriendo el bulto, con el patetismo habitual del político en un programa de humor. La verdadera respuesta la conocemos todos los catalanes: "Los dos pertenecemos al partido TPLPYALE (Todo Por La Pasta Y Abajo Los Escrúpulos)
"Tú gobiernas con ERC y tú gracias al PP, ¿Estáis en el mismo partido, vosotros?, ¿Los dos sois del Partido Socialista?...Ellos responden, escurriendo el bulto, con el patetismo habitual del político en un programa de humor. La verdadera respuesta la conocemos todos los catalanes: "Los dos pertenecemos al partido TPLPYALE (Todo Por La Pasta Y Abajo Los Escrúpulos)
martes, 11 de agosto de 2009
domingo, 9 de agosto de 2009
sábado, 8 de agosto de 2009
Doñana: chapapote sin Nunca Mais
Antonio Burgos en ABC
ME encantan estos ecologistas. Estos ecologistas a los que me refiero no son los amorosa y desinteresadamente preocupados por el medio ambiente, sino los pegatineros y piqueteros del «Nunca mais». Hablan o callan según sea la conveniencia política de quienes les dan las instrucciones y la consigna del día para utilizar el agujero de ozono contra la derecha y contra el Papa si se tercia.
¿Cuántos desastres medioambientales mayores que el del chapapote en la Costa de la Muerte ha habido posteriormente en España, pero como ya habían echado al PP de La Moncloa, que era de lo que se trataba, estos ecologistas han estado más callados que la gente viendo la más que tomista, escolástica mano izquierda de El Cid la otra tarde en las Colombinas de Huelva? Vámonos por Huelva, que dicen los que van a cantar un fandango. El fandango que quiero cantar, aunque desentone de la corrección política impuesta por la dictadura del pensamiento único, es que me gustaría preguntar a uno de estos ecologistas de mierda cómo se le llama al «chapapote» en el término municipal de Almonte o, al otro lado de la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda y en la Punta de Malandar. Porque, señores, ni Costa de la Muerte ni leches. En la Costa de la Muerte había cuatro criaderos de percebes y cuatro piedras locas, preciosas, eso sí. Pero en el término municipal de Almonte, en sus privilegiados 40 kilómetros de playa, está el antiguo Coto de Doñana, hoy Parque Nacional. Que nuestro dinero nos cuesta por cierto. Y en aquel entorno, maravilla de la Naturaleza, patrimonio de la Humanidad y sigan ustedes poniendo elogios, se ha producido un vertido de crudo, si no tan intenso como el de la Costa de la Muerte, que pintó de Rey Baltasar al litoral gallego, sí al menos extenso, a lo largo de 14 kilómetros de esa costa virgen y privilegiada, donde sólo pueden poner el pie los coquineros... y los presidentes del Gobierno que se van a Doñana a mangar veraneo gratis total.
En el puerto exterior de Huelva se rompió una tubería de petróleo, se produjo un vertido de crudo en toda regla, las corrientes arrastraron lo que antes se llamaba «marea negra» hacia Poniente, hacia Mazagón y Matalascañas, y las que eran conocidas de antiguo como Playas de Castilla se han llenado de galletas de fuel. Galletas conocidísimas. Gracias a los ecologistas profesionales de carné y pancarta, sabemos en España de las galletas de fuel más que de las galletas Fontaneda. Pero a efectos de los profesionales del ecologismo, hay galletas de fuel y galletas de fuel. Como la cerveza con alcohol y la cerveza sin alcohol, o como la leche entera o la desnatada, para los ecologistas de guardia y de consigna hay galletas de fuel del PP y galletas de fuel del PSOE. Como el colesterol bueno y el colesterol malo, las dañinas son las galletas de fuel del PP, que son las llegan a las playas cuando ese partido está en el poder: ejemplo, la Costa de la Muerte y el «Nunca Mais». Pero las galletas de fuel del PSOE son completamente inocuas. Es más, hasta cierto punto son convenientes, porque siempre pueden ser aprovechadas para dar a las playas un escamondado a fondo mientras se quitan.
Las que han llegado a Doñana, a las playas vírgenes del Parque Nacional, a aquella maravilla paradisíaca, son, en efecto, galletas de fuel del PSOE. Del PSOE que está en el poder en Madrid, en la Junta de Andalucía, en la Diputación de Huelva y hasta en el Ayuntamiento de Almonte. Así que de «Nunca mais», nada, chicos, toca callar. ¿Se imaginan la que tendrían liada a estas horas los gachós del «Nunca mais» si el chapapote hubiera llegado a Doñana con el PP en el poder? (Mentís final: ZP no es gafe. A Doñana ha llegado el chapapote con ZP mangando veraneo gratis total en La Mareta).
sábado, 1 de agosto de 2009
No hago política: digo la verdad.
"No hago política: digo la verdad", esto es lo que gritó el cantante Manolo García, en su última actuación barcelonesa. En este país, mentiroso es sinónimo de político. Ese es un gran déficit, cada mentira de un político es un paso más hacia la abstención.
Manolo García que mienta lo que quiera, lo importante es que siga cantando temas como "Insurrección", el clásico de EL último de la fila.
Manolo García que mienta lo que quiera, lo importante es que siga cantando temas como "Insurrección", el clásico de EL último de la fila.
L´Hospitalet de Llobregat, la ciudad del soterramiento.
Hace unas semanas se presentó el estudio de soterramiento de la Linea de Vilanova i la Geltrú (C2) a su paso por L´Hospitalet. Un proyecto largamente reivindicado ya que actualmente las vías dividen y fracturan la ciudad.
Es raro que se haya tardado tanto en soterrar las vías del tren. Una ciudad que lleva 30 años soterrando, escondiendo una mala gestión. 30 años tapando tics caciquiles y dictatoriales. En L´Hospitalet hay que soterrar las vías y hay que desentaponar ese compacto engrudo que deja fluir los aires de libertad y ciudadanía.
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