martes, 3 de noviembre de 2009

El Bucle Melancólico. (2)


En realidad, los nacionalistas piensan, con razón, que toda crítica del nacionalismo es interesada (tan interesada, al menos, como sus apologías). Se equivocan, sin embargo, cuando suponen que todo crítico tiene algo que ocultar, algo que, de saberse, explicaría el porqué de su hostilidad al nacionalismo. No se les ocurre plantearse que el nacionalismo, sublime para ellos, pueda despertar una espontánea repugnancia en otros. Los nacionalistas vascos que conozco se escandalizan -de buena fe, supongo- cuando alguien expresa su rechazo hacia el ideario abertzale: ¿No se impone por si misma la evidencia de que, como afirmó Sabino Arana Goiri, "Euskadi es la patria de los vascos? ¿No es de justicia reconocer el derecho del pueblo vasco a la autodeterminación? ¿Acaso puede negarse que el eusquera sea la lengua nacional de los vascos, que Navarra y Euskadi Norte formen parte inalienable de Euskadi o que los estados español y francés oprimido durante siglos a la población vasca?
Puestos a negar, puede negarse incluso que Euskadi Norte sea Euskadi Norte: Bayona está en el mismo paralelo que Bilbao, y en Baigorri, que cae bastante al sur de aquella, se cultiva la vid, como en la Ribera navarra (sería más acertado llamarla Euskadi del Este o Euskadi Oriental, pero no voy a ponerme latoso por estas minucias).Mi experiencia es que los nacionalistas nunca entran en polémicas, no discuten. Descalifican, eso sí, y su procedimiento favorito de descalificación es aplicar al eventual crítico la etiqueta de nacionalista español, con lo que ahorran entrar en argumentaciones más complejas.

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