miércoles, 3 de febrero de 2010

España, una nueva historia (63)


La reina Isabel percibió muy pronto que las disputas con los granadinos de religión musulmana no se desarrollarán como antaño en el campo de batalla, donde la realidad es tangible, sino en las calles y plazas de la ciudad. Era el signo del descontento popular, el mismo que encontramos en las páginas de algunos contemporáneos. La toma de la ciudad no era un accidente que dio brillo a un reinado, para ser luego reabsorbido por el islam como había ocurrido en otras ocasiones; al contrario, era la manifestación del nuevo carácter de la historia de España, el mojón fronterizo entre el pasado y el futuro.

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