viernes, 5 de febrero de 2010
España, una nueva historia (66)
Carlos comprobó las resistencias a medida que iba siendo coronado rey, primero en Castilla, luego en Aragón, finalmente en Cataluña. Su discurso en Barcelona (en catalán) le permite entender perfectamente el lugar en el mundo que busca ocupar. Mientras lo pronunciaba, la audiencia de las cortes y los magnates del país, eclesiásticos y civiles, se percataron de que sus palabras, equilibradas, y en ocasiones poéticas, ignoraban por completo la sensibilidad catalana. Anunciaba que el liderazgo iba a pasar a manos de una generación nueva, orientada hacia los asuntos internacionales, y pedía que prestasen atención a los problemas del mundo, abandonando el dorado aislamiento en el que parecían vivir a comienzos del siglo XVI. Presentaba el peligro berberisco y turco desde una perspectiva nada edulcorada, lo definía como un conflicto mediterráneo por la libertad de comercio cuya resolución estaba en manos de los catalanes, que con su propio sacrificio podían influir en el curso de los acontecimientos. La monarquía de Carlos V quería cambiar el rumbo de la historia europea, pero no conseguía crear las complicidades necesarias entre castellanos y catalanes para forjar un país al que llamar España
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