martes, 12 de enero de 2010

España, una nueva historia (28)


Cuando, en el año 956, el embajador de Otón I aprovechó la estancia en Barcelona para resumir rápidamente las intenciones del poderoso emperador del Sacro Imperio Romnano Germánico de llegar a una paz perpetua con `Abd al-Rahmân III y su hijo al-Hakam II, se estaba creando un nuevo orden internacional que afectaba a las dos civilizaciones que en esos años sostenían los territorios de la península Ibérica. El califato de Córdoba se convertía en el único poder legítimo de las tierras que en tiempos de Roma se llamó Hispania, liquidando así los derechos de los visigodos, si es que realmente existían, en el otro lado, el que se concentraba en torno al Sacro Imperio Romano Germánico, se mostraba una abierta disposición a reconstruir los valores de la Antigúedad, en especial la "urbanitas", aceptando por completo las fronteras surgidas de la expansión árabe que culminó en el 711.

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