jueves, 21 de enero de 2010

España, una nueva historia (42)


Como en el resto de Europa, el tiempo en España discurre muy rápido en el último tercio del siglo XII. Es entonces cuando se produce la gran mutación, cuando se pasa decididamente de lo castizo a lo refinado promovido por la cultura cortés de los trovadores y de los juglares, del trueque a la economía monetaria, de la mesura en la frontera a una política de guerra abierta contra los almohades, de las aldeas abiertas a las ciudades con sólidas murallas. Es un tiempo en el que a los hombres les resulta difícil imaginar las formas de vida de sus abuelos, y por eso aparece la épica para explicarlas. Detrás de ese brusco cambio están las granjas y las abadías cistercienses, apoyándolo, dirigiéndolo. El hecho decisivo fue, no obstante, que estos tres reyes tuvieron conciencia del cambio y de las posibilidades que éste generaba para sus respectivos países; también para una imagen de España sujeta a la tiranía de una ocupación foránea, la de los almohades. Éstos son los tiempos en que renace la figura del otro: el moro que ocupa ilegítimamente España o el cátaro y el hereje como figuras de la disidencia ante los valores cistercienses. Éstos son los tiempos que hacen de cada conciencia individual la heredera de una tradición secular que es imperativo renovar, aunque sea a costa de radicalizarse.

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