miércoles, 27 de enero de 2010

España, una nueva historia (53)


Pasado 1440, la sociedad catalana era mucho menos optimista acerca del futuro de la Corona de Aragón de lo que las proclamas de los hombres de Alfonso el Magnánimo decían desde Nápoles o desde Valencia. Crecieron el declive del comercio y la pérdida de puestos de trabajo, la desigualdad social (cada vez había más ricos pero también más pobres), el índice de criminalidad en el campo con el desarrollo de la "bandositat" y en la ciudad con la presencia de delincuentes dedicados al robo y al estupro. Nadie parecía tener una solución plausible para esos problemas y la mayor parte de la supuesta discusión política en el Consell de Cent y el resto de organismos de gobierno ni siquiera los mensiona. Se libran feroces batallas ideológicas sobre temas periféricos, sin el menor interés social.

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