jueves, 14 de enero de 2010
España, una nueva historia (32)
Construida sobre las aspiraciones de los carolingios, Cataluña se convierte durante el siglo IX en un terrirtorio forjado también sobre la legitimidad, respondiendo a los deseos expansionistas de Aquisgrán pero fundado en la ausencia de un poder unitario. ¿Puede la voluntad de un pueblo suplir la asuencia del emperador? Para responder, intentaré unir los diversos temas que afectan a la construcción de una identidad catalana en ese siglo: creación de una dinastía propia, alejamiento de los emperadores carolingios y ocupación de los valles del sur. Pierre de Marca y después los benedictinos De Vic y Vaissete creyeron ver en este territorio la Marca Hispánica, un espacio defensivo europeo frente al emirato de Córdoba. En ese sentido, Cataluña ha sido un territorio carolingio, consciente de su europeidad frente al carácter hispánico del reino de Asturias, del reino de Pamplona o del condado de Aragón. La idea de una marca remite a un diploma de Carlos el Calvo de 865 que Joseph Calmette calificó de acta de nacimiento de Cataluña. Nobles pirenaicos, ciudadanos de Barcelona, campesinos de los valles del interior, todos participaban de una misma concepción de la soberanía vinculada primero a los emperadores carolingios; y sin embargo, todos portaban las manchas mestizas y migratorias de los "hispani" y de los "goti" del sur del Ebro, que entre otras cosas llevaron consigo una visión arquitectónica que aún podemos ver en Sant Miquel de Cuixà, con sus fascinantes arcos de herradura.
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